En el antiguo Japón, durante la época feudal, la supervivencia dependía en gran medida de la propia habilidad para defenderse, debido a la existencia de largos periodos de luchas.
Según la labor que se desarrollaba en la comunidad, se aprendía a utilizar las herramientas que se empleaban en la vida cotidiana para la propia defensa. La educación de los guerreros se realizaba dentro de un “RYU” o escuela, esta podía especializarse en el manejo de un solo tipo de arma, como el arco, la lanza o el sable o katana, enseñar habilidades particulares o ser más genérica y comprender todo aquello que podía servir dentro y fuera del campo de batalla.
Algunas de las personas, al carecer de armas (por no tener derecho a ellas) y utensilios para su defensa, o los propios samuráis, al perder su arma en la batalla, aprendían a defenderse mediante métodos de combate usando su propio cuerpo (estos métodos con el tiempo dieron paso a las escuelas de Jiu-Jitsu o Ju-Jutsu) que se perpetuaron a través de los tiempos sufriendo numerosas modificaciones dependiendo del maestro que transmitía sus conocimientos.
Hoy en día, estas habilidades se han adaptado a nuestros tiempos, siendo tremendamente efectivas, y en eso nos basamos en nuestra escuela: aprender métodos fáciles y eficaces, mantener en forma mente y cuerpo, en un ambiente relajado y tranquilo donde personas de cualquier edad pueden aprender sin riesgos.